domingo, 4 de agosto de 2013

Despedida (Soneto con estrambote)




Aunque al principio fuiste un fiel amigo
cubriendo lo insondable de mi herida,
resuelvo consumar mi despedida
luciendo mis potencias por testigo.

Ya puedo dominar mi desabrigo
bajo las destemplanzas de la vida
y esa larga distancia recorrida
te ha transformado, al fin, en mi enemigo.

Y pues, recuperado mi albedrío
no podrás modelar mis sensaciones
ni ambicionar, tenaz, mi servidumbre.

Me apeo convencida del navío
que tanto disfrutó mis atenciones,
mientras me navegabas por costumbre.


En tierra quedará mi compañía,
retando cada día el desafío
de desplegar, veloz, mi artillería.



sábado, 3 de agosto de 2013

El Sino de Don Castro, o la Encrucijada del Ser (Retazo de Tragicomedia) - II



(Dibujo original para este texto: Camelia Davidescu)



RESEÑA DE LO ACONTECIDO EN ESCENAS ANTERIORES:

Don Castro de Postín, proveedor oficial del Conde de Albarracín, es un comerciante de cerámicas turolenses que ha logrado hacer cierta fortuna, y que desea formar familia. Hombre tímido, culto y sensible, es dado también a las lecturas de filosofía y humanidades. Don Castro y su criado, Pisto, se dirigen a través de Los Monegros desde Castellote hasta Tarazona, localidad en la que reside Doña Rosalía y su madre viuda, Doña Rosa, como encuentro personal y festivo previo a sus esponsales, apadrinados por el Conde de Albarracín, primo lejano de Doña Rosa.
Aunque todavía no se conocen, Don Castro, además de ser un romántico empedernido, se encuentra absolutamente prendado del retrato de Doña Rosalía.
Don Astolfo, el villano hermano gemelo de Don Castro, habiendo conocido la situación y creyendo que Doña Rosalía recibirá una importante dote y herencia, pretende suplantar la identidad de su hermano en casa de Doña Rosalía, con el fin de conquistarla de forma flagrante y adelantar los esponsales antes de que se deshaga el entuerto.
Planeado por Don Astolfo, nuestros antihéroes sufren durante el camino un atraco a golpe de mosquete por parte de un extraño sujeto que se hace pasar por peregrino, y que les deja sin nada: caballo, mula, ropas, documentos, dinero.
Solos y sin aval de ningún tipo, salvo un botijo de agua, prosiguen el camino andando y con lo puesto, con la esperanza de llegar a Tarazona lo antes posible y presentarse en casa de su prometida, donde pretenden aclarar su situación e identidad de inmediato.
Por fin, llegados a Tarazona, Don Castro ha ido a presentarse a casa de Doña Rosalía y su madre lleno de ilusión. Mientras tanto, Pisto le espera en un campamento, a las puertas de la Villa.
Don Castro llega de su misión con novedades inesperadas. Y es que, aparte de constiparse bajo la intemperie, colgado de un ventanal, ha descubierto con estupor que su hermano, Don Astolfo, ha suplantado su identidad en casa de Doña Rosalía.


UBICACIÓN DE LA ESCENA ACTUAL:
Pisto insta a Don Castro a volver de nuevo juntos a casa de Doña Rosalía a husmear el entuerto. Y con esto se encuentran....



ESCENA DE TIRAR DE LA MANTA
(Don Castro y Pisto, llegados a su destino, subidos a una cornisa, en precaria situación de equilibrio, espiando por la ventana de la casa de Doña Rosa y Doña Rosalía. Continúa una lluvia tenaz e incansable, de la que hace la puñeta)

DON CASTRO
¡Héte aquí, reunión de amigos!
Pijería, según veo.
Acá está Don Pero Iñigo,
allá, Don Juan de Postigo,
primo de un banquero hebreo.
Doña Elvira de Moncayo,
la condesa de Alcañiz,
e su hija, que es un callo
tremebundo, e para Mayo
dará a luz por un desliz.
E Don Vito de Saboya,
e su amante, meretriz
de un comerciante de Troya,
e su hermana, la pimpolla
que, para colmo, es actriz.

PISTO
Allá los duques de Arosa,
y el docto maestro Alí,
escritor en verso y prosa
y, si tercia, en cualquier cosa...
¡Mirad, mi señor, allí!

DON CASTRO 
(Taciturno)
Ya miro, ya, la quincalla
que, envilecida y cotilla,
en lujuria vil estalla,
y, abejarruca, no calla
bebiendo zarzaparrilla.

PISTO
 (Con ademán de sorpresa, mirando con más ahínco)
¿Pues no es aquél lisonjero
del ademán pordiosero
el villano Don Astolfo??
¡Por Satanás! ¡Sí que es golfo!!
¡Jamás ví tan gran rastrero!

DON CASTRO 
(Dulcificando su tono)
¡Qué me advierte mi sentido??
¿Es Rosalía la dama?
¡Si, lo es!!! Este Cupido
esperado y consabido
enciende en mi amor su flama

(Endurece de nuevo el tono)
Pues siendo dama de juicio
honestidad e linaje,
e por mi honor, sin un vicio
no dará ni don ni sitio
a ese auténtico malaje.


En un rincón de la sala interior, Don Astolfo y Doña Rosalía. Ella mirando por la ventana que hay a la izquierda, lateral en escena a la que da semi-cobijo a Don Castro y Pisto.


DOÑA ROSALIA 
(Con gesto distraído)
Llueve por aquestos lares
en tormenta repentina.
¿Digo llueve? Por millares
caen las gotas. Centenares
de centellas matutinas.

DON ASTOLFO 
(Haciendo caso omiso del parte meteorológico, coge la mano de Doña Rosalía)
¿Cuál es la mayor estrella
que mi mirar ilumina?
¡Vos, sóis vos!! Pues vos sóis ella...
Vuestra mirada destella
destellos en mi retina.
Vos, señora, sóis el alfa
y el latir de mi universo.
Sóis entre cardos la alfalfa,
el calor que el huevo escalfa
en la lumbre de mi verso.

DOÑA ROSALIA
 (Retirando su mano)
Vuestra naturalidad
en alabar, me sonroja.
Solivianta mi amistad
y ese sentir me acongoja
por su gran... plasticidad.
Esa impetuosidad,
ese arrebato que enoja
mi buen sentido, en verdad,
lo coja como lo coja,
muda mi serenidad.
(Con gesto coqueto)
Os ruego en urbanidad
que vuestra fogosidad encoja.

PISTO
...Ya era poca tempestad....

DON CASTRO
Más vale que el vil escoja...

PISTO
No, si cuando llueve, moja....

DON CASTRO
¡Dejad en paz la humedad!!

DON ASTOLFO
 (Asiendo a Doña Rosalía por la cintura, elevando el tono)
¡¡El primor que no me priva
del proemio primoroso
donde mi sentido estriba!!

DOÑA ROSALIA
¡¡Vuestro arrechucho me tiba!!
 
(Por lo bajo)
(¡Qué volcán, que vigoroso!)

DON ASTOLFO
 (Bajando la cabeza a modo de respeto)
Disculpadme, dama mía
el ímpetu de mi ardor.
Es que tengo la manía
de, sin perder cortesía
darle coba y pleitesía
al objeto de mi amor.
Perdonad mi grosería
os suplico con fervor.

DOÑA ROSALIA
Ha sido una altanería.
Disculpo vuestra osadía.

DON ASTOLFO
Me avergüenzo con rubor.

DOÑA ROSALÍA
¿No me tomaréis el pelo
aprovechando el dolor
que me produce con celo
la lucha por mi pudor?

PISTO
Le está largando el anzuelo...

DON CASTRO
Me está entrando un escozor....

DON ASTOLFO
¡Si supiérais el anhelo
de adoraros con fervor!!

PISTO
¡Vaya montón de camelo!

DON CASTRO
¡Callad, Pisto, por favor!

DON ASTOLFO
Que os profeso gran
afeto
mil veces os repetí.
Vuestro miedo no es
correto
ni
perfeto, es un efeto
de mi impropio frenesí.

DOÑA ROSALIA
Pues si
afeto profesáis
e mil promesas me dáis,
aminorad el sobeo,
e ansí, plácido, esperáis
a que llegue el himeneo.

DON CASTRO 
(Empieza a toser con energía)
¡No puedo más! Me atraganto
e me duele la garganta.

PISTO
Ya imaginábais....

DON CASTRO
¡No tanto!

PISTO
¿Tánto no??

DON CASTRO
¡¡¡Tanto me espanta!!!!
Va mi hermano y me suplanta...
¿Quién en su juicio lo aguanta??
Pues aunque aguantar, aguanto
e la calma no quebranto,
mi aguante... no tiene tanta.

PISTO
¡Vámonos pues...!
 
(Por lo bajo)
(Entretanto
apuntaremos un tanto
al estirar de la manta).

El Sino de Don Castro, o la Encrucijada del Ser (Retazo de Tragicomedia) - I


 (Dibujo original para este texto: Camelia Davidescu)


RESEÑA DE LO ACONTECIDO EN ESCENAS ANTERIORES:

Don Castro de Postín, proveedor oficial del Conde de Albarracín, es un comerciante de cerámicas turolenses que ha logrado hacer cierta fortuna, y que desea formar familia. Hombre tímido, culto y sensible, es dado también a las lecturas de filosofía y humanidades. Don Castro y su criado, Pisto, se dirigen a través de Los Monegros desde Castellote hasta Tarazona, localidad en la que reside Doña Rosalía y su madre viuda, Doña Rosa, como encuentro personal y festivo previo a sus esponsales, apadrinados por el Conde de Albarracín, primo lejano de Doña Rosa.
Aunque todavía no se conocen, Don Castro, además de ser un romántico empedernido, se encuentra absolutamente prendado del retrato de Doña Rosalía.
Don Astolfo, el villano hermano gemelo de Don Castro, habiendo conocido la situación y creyendo que Doña Rosalía recibirá una importante dote y herencia, pretende suplantar la identidad de su hermano en casa de Doña Rosalía, con el fin de conquistarla de forma flagrante y adelantar los esponsales antes de que se deshaga el entuerto.
Planeado por Don Astolfo, nuestros antihéroes sufren durante el camino un atraco a golpe de mosquete por parte de un extraño sujeto que se hace pasar por peregrino, y que les deja sin nada: caballo, mula, ropas, documentos, dinero.
Solos y sin aval de ningún tipo, salvo un botijo de agua, prosiguen el camino andando y con lo puesto, con la esperanza de llegar a Tarazona lo antes posible y presentarse en casa de su prometida, donde pretenden aclarar su situación e identidad de inmediato.


UBICACIÓN DE LA ESCENA ACTUAL:

Por fin, llegados a Tarazona, Don Castro ha ido a presentarse a casa de Doña Rosalía y su madre lleno de ilusión. Mientras tanto, Pisto le espera en un campamento, a las puertas de la Villa.
Don Castro llega de su misión con novedades inesperadas. Y es que, aparte de constiparse bajo la intemperie, colgado de un ventanal, ha descubierto con estupor que su hermano, Don Astolfo, ha suplantado su identidad en casa de Doña Rosalía.


ESCENA DEL DESCUBRIMIENTO

(Llueve a cántaros. Pisto espera bajo una manta y cuatro palos en un campamento a las puertas de la ciudad la llegada de Don Castro.
Don Castro llega de su misión como estaba, sucio y con los pies hechos trizas, además de estornudando, y con una mezcla de iracundia, incredulidad y vahído en su rostro)


 
PISTO 
(Asustado por el aspecto de Don Castro)
¡Válgame Dios! ¿Aquí estáis?
¡Pues mal alivio me dáis!
¿Cómo tan presto vinísteis?
¿Acaso allí os aburrísteis?
¿Algún problema tuvísteis?
¿Alguna bulla, quizás??



DON CASTRO
 (Se sienta en el suelo junto a Pisto)
¡Ay, mi Pisto! ¡Qué suplicio!!
¡Mi sangre bulle de rabia!
¡Un ser horrible, aberrante!
¡Un bicho ruin, un tunante!
¡Un ser salido de quicio!
¡Un mono soso y sin labia!
¡Un ser más feo que Picio!

PISTO 

(Le coge los pies y comienza a vendárselos)
¿Tan horrible es la doncella?
¿Gorda, fofa, con papada?
¿Acaso da pena vélla?
¿Acaso es bizca? ¿Chapada??

DON CASTRO

 (Un "Aaayyy" de dolor)
Ahora os cuento sin tardanza,
sin cachondeo y sin chanza,
la más grande felonía
que acarreará mi venganza
y exaltará mi porfía...

¡Ni vélla pude! ¡Ni vélla!
Y a mí, que soy tan sensible,
tan tierno, tan comestible,
abandonóme mi estrella.

PISTO
¡Maldito desodorante!

DON CASTRO
¿Pero que decís, diantre?
¡Hablo de un vil sustituto
que, sin ganas y sin arte,
lanzóme, zafio, su esputo...!
¡A mí, y no en otra parte!!

PISTO
¿Un esputo a vos lanzó?

DON CASTRO
Sí, por cierto.

PISTO
¿A vos??

DON CASTRO
¡A mí!!
Y tan aturdido fui
que al principio me lió,
pero luego - ¡¡Ja!! - entendí.

Ya os advierto de antemano
para evitar un desmayo,
que el suplente chabacano,
vulgar y antediluviano
(no me atrevo ni a contállo..)
no era otro ¡¡Que mi hermano!!

PISTO 

(Sorpresa absoluta)
¡¡En sulfurias mil estallo!!

DON CASTRO

 (Da un trago al botijo, dispuesto a hablar)
Empezó con la portera.
Vive Dios que jamás ví
una bruja tan hortera,
tan falaz, tan pordiosera...
¡No dejarme entrar a mí!

Eso, que nada más vélla
unas monedas le dí.
Contestóme: "Bagatela".
"Insidiosa", respondí.

A reducílla obligóme
de tal suerte que me dije:
"¡Hay que ver cómo se pone!
¡Aquesta loca no rige!"

"¡Soy Don Castro!", repetía.
"¡No sóis vos!", me replicaba.
En verdad que no entendía
la razón de su manía
que, en frenesí, me atacaba.

Así pues, hastiado del choteo,
al borde - al punto, digo- de un infarto
decidíme a penetrar dando un rodeo
y, Señor... ¡Qué infundio! ¡Qué meneo!
¡Qué diré que yo sentí! ¡¡Algo muy feo!!

Sobre un vado, un velado ventanal.
Tras el portillo, yo, discreto
¡Y allí estaba el pérfido animal
perseguido por malo y por decreto!
¡Mi gemelo, el que estafó - ya no es secreto-
en Zaragoza a todo el personal,
con un certificado notarial
que, en vez de un expediente, era un soneto!

Obligóme mi honor a colgarme del alar
e ansí, su incierto abejorreo escuchar pude
y ¡Cielos! Vive Dios que apenas me contuve
cuando ¡¡Por Don Castro de Postín se hizo pasar!!

Incansable, a Doña Rosa hacía la pelota
y como tal señora, aunque cómica, es tan dulce,
hasta ofrecióle en hospitalidad pernocta
que el vil - ¡Cómo es posible!- le aceptó.

PISTO
Menudo idiota...

DON CASTRO
¡Y con tan gran satisfacción, que casi se descubre!

Henchido de placer, en medio del cotarro,
bajo mi nombre y mi blasón se presentaba
mientras que yo, viendo el festín, casi lloraba
de rabia, de dolor, y del catarro
que la intemperie temporal me atemperaba.

Doña Rosa, por un lado;
por el otro, el impostor
alabando con fervor
el rosetón biselado
que, con mi menda colgado
adornaba el comedor.

(Imitando la voz de Don Astolfo)
"¡Qué bello salón, qué hermoso decorado!
¡Mi espíritu levanta e ilumina!
¡Qué luz de sol, qué orquesta tan divina,
qué suelo esplendoroso y nacarado!"

(Imitando la voz de Doña Rosa)
"¡Venid, bailad, disfrutad,
y frutas frescas probad!".

(Imitando la voz de Don Astolfo)
"Frutas frescas probaré
y, fresco, disfrutaré
del fruto que con bondad
vos me ofrecéis de verdad.
Mil gracias.

(Imitando la voz de Doña Rosa)
"¡Hala, probad!!

PISTO

 (Se pone en pie con resolución)
¡¡Este atufo clama urgencia..!!
¡Más que insolencia, es frescura!!
Os recomiendo, en conciencia,
husmear la residencia
como muestra de mesura.

DON CASTRO
Me alegra, me subyuga, amigo Pisto
que, aunque plebeyo, seáis así de listo.
¡Pensar que hasta me hicisteis de modisto!

PISTO
Gracias, señor. Sabéis el desparpajo
que da fuerza y vigor a mi trabajo.
Serviros no me importa ni un carajo.

DON CASTRO

 (Por lo bajo)
(No comprendo que tan buenos sentimientos
tengan nombre de tomates con pimientos)

(Se pone también en pie, mucho más animado)
¡Ea! Busquemos presto, pues, una farmacia
que de tanto caminar se me ha hecho un tajo
y, la verdad, no me hacen mucha gracia
ni la pinta, ni el dolor, ni el estropajo
que de venda me habéis puesto. ¡¡Venga, majo!!

jueves, 1 de agosto de 2013

Renaciendo


Agua fresca madura
de juventud y hielo
derrama redenciones
sobre mi cuello.

Gota a gota.

Desbordándose en mi boca,
inundando mis sentidos
despiertos,
sacia mi desenfreno
atento
a la luz y al aire,
al oxígeno vital,
a ese silencio.

Y me baño en fresas,
moras y ciruelas,
mangos, kiwis y cerezas.

-Renazco de nuevo-

Despertando el sosiego
asoma un nuevo día
que rescata mis sueños.