domingo, 4 de agosto de 2013

Despedida (Soneto con estrambote)




Aunque al principio fuiste un fiel amigo
cubriendo lo insondable de mi herida,
resuelvo consumar mi despedida
luciendo mis potencias por testigo.

Ya puedo dominar mi desabrigo
bajo las destemplanzas de la vida
y esa larga distancia recorrida
te ha transformado, al fin, en mi enemigo.

Y pues, recuperado mi albedrío
no podrás modelar mis sensaciones
ni ambicionar, tenaz, mi servidumbre.

Me apeo convencida del navío
que tanto disfrutó mis atenciones,
mientras me navegabas por costumbre.


En tierra quedará mi compañía,
retando cada día el desafío
de desplegar, veloz, mi artillería.



sábado, 3 de agosto de 2013

El Sino de Don Castro, o la Encrucijada del Ser (Retazo de Tragicomedia) - II



(Dibujo original para este texto: Camelia Davidescu)



RESEÑA DE LO ACONTECIDO EN ESCENAS ANTERIORES:

Don Castro de Postín, proveedor oficial del Conde de Albarracín, es un comerciante de cerámicas turolenses que ha logrado hacer cierta fortuna, y que desea formar familia. Hombre tímido, culto y sensible, es dado también a las lecturas de filosofía y humanidades. Don Castro y su criado, Pisto, se dirigen a través de Los Monegros desde Castellote hasta Tarazona, localidad en la que reside Doña Rosalía y su madre viuda, Doña Rosa, como encuentro personal y festivo previo a sus esponsales, apadrinados por el Conde de Albarracín, primo lejano de Doña Rosa.
Aunque todavía no se conocen, Don Castro, además de ser un romántico empedernido, se encuentra absolutamente prendado del retrato de Doña Rosalía.
Don Astolfo, el villano hermano gemelo de Don Castro, habiendo conocido la situación y creyendo que Doña Rosalía recibirá una importante dote y herencia, pretende suplantar la identidad de su hermano en casa de Doña Rosalía, con el fin de conquistarla de forma flagrante y adelantar los esponsales antes de que se deshaga el entuerto.
Planeado por Don Astolfo, nuestros antihéroes sufren durante el camino un atraco a golpe de mosquete por parte de un extraño sujeto que se hace pasar por peregrino, y que les deja sin nada: caballo, mula, ropas, documentos, dinero.
Solos y sin aval de ningún tipo, salvo un botijo de agua, prosiguen el camino andando y con lo puesto, con la esperanza de llegar a Tarazona lo antes posible y presentarse en casa de su prometida, donde pretenden aclarar su situación e identidad de inmediato.
Por fin, llegados a Tarazona, Don Castro ha ido a presentarse a casa de Doña Rosalía y su madre lleno de ilusión. Mientras tanto, Pisto le espera en un campamento, a las puertas de la Villa.
Don Castro llega de su misión con novedades inesperadas. Y es que, aparte de constiparse bajo la intemperie, colgado de un ventanal, ha descubierto con estupor que su hermano, Don Astolfo, ha suplantado su identidad en casa de Doña Rosalía.


UBICACIÓN DE LA ESCENA ACTUAL:
Pisto insta a Don Castro a volver de nuevo juntos a casa de Doña Rosalía a husmear el entuerto. Y con esto se encuentran....



ESCENA DE TIRAR DE LA MANTA
(Don Castro y Pisto, llegados a su destino, subidos a una cornisa, en precaria situación de equilibrio, espiando por la ventana de la casa de Doña Rosa y Doña Rosalía. Continúa una lluvia tenaz e incansable, de la que hace la puñeta)

DON CASTRO
¡Héte aquí, reunión de amigos!
Pijería, según veo.
Acá está Don Pero Iñigo,
allá, Don Juan de Postigo,
primo de un banquero hebreo.
Doña Elvira de Moncayo,
la condesa de Alcañiz,
e su hija, que es un callo
tremebundo, e para Mayo
dará a luz por un desliz.
E Don Vito de Saboya,
e su amante, meretriz
de un comerciante de Troya,
e su hermana, la pimpolla
que, para colmo, es actriz.

PISTO
Allá los duques de Arosa,
y el docto maestro Alí,
escritor en verso y prosa
y, si tercia, en cualquier cosa...
¡Mirad, mi señor, allí!

DON CASTRO 
(Taciturno)
Ya miro, ya, la quincalla
que, envilecida y cotilla,
en lujuria vil estalla,
y, abejarruca, no calla
bebiendo zarzaparrilla.

PISTO
 (Con ademán de sorpresa, mirando con más ahínco)
¿Pues no es aquél lisonjero
del ademán pordiosero
el villano Don Astolfo??
¡Por Satanás! ¡Sí que es golfo!!
¡Jamás ví tan gran rastrero!

DON CASTRO 
(Dulcificando su tono)
¡Qué me advierte mi sentido??
¿Es Rosalía la dama?
¡Si, lo es!!! Este Cupido
esperado y consabido
enciende en mi amor su flama

(Endurece de nuevo el tono)
Pues siendo dama de juicio
honestidad e linaje,
e por mi honor, sin un vicio
no dará ni don ni sitio
a ese auténtico malaje.


En un rincón de la sala interior, Don Astolfo y Doña Rosalía. Ella mirando por la ventana que hay a la izquierda, lateral en escena a la que da semi-cobijo a Don Castro y Pisto.


DOÑA ROSALIA 
(Con gesto distraído)
Llueve por aquestos lares
en tormenta repentina.
¿Digo llueve? Por millares
caen las gotas. Centenares
de centellas matutinas.

DON ASTOLFO 
(Haciendo caso omiso del parte meteorológico, coge la mano de Doña Rosalía)
¿Cuál es la mayor estrella
que mi mirar ilumina?
¡Vos, sóis vos!! Pues vos sóis ella...
Vuestra mirada destella
destellos en mi retina.
Vos, señora, sóis el alfa
y el latir de mi universo.
Sóis entre cardos la alfalfa,
el calor que el huevo escalfa
en la lumbre de mi verso.

DOÑA ROSALIA
 (Retirando su mano)
Vuestra naturalidad
en alabar, me sonroja.
Solivianta mi amistad
y ese sentir me acongoja
por su gran... plasticidad.
Esa impetuosidad,
ese arrebato que enoja
mi buen sentido, en verdad,
lo coja como lo coja,
muda mi serenidad.
(Con gesto coqueto)
Os ruego en urbanidad
que vuestra fogosidad encoja.

PISTO
...Ya era poca tempestad....

DON CASTRO
Más vale que el vil escoja...

PISTO
No, si cuando llueve, moja....

DON CASTRO
¡Dejad en paz la humedad!!

DON ASTOLFO
 (Asiendo a Doña Rosalía por la cintura, elevando el tono)
¡¡El primor que no me priva
del proemio primoroso
donde mi sentido estriba!!

DOÑA ROSALIA
¡¡Vuestro arrechucho me tiba!!
 
(Por lo bajo)
(¡Qué volcán, que vigoroso!)

DON ASTOLFO
 (Bajando la cabeza a modo de respeto)
Disculpadme, dama mía
el ímpetu de mi ardor.
Es que tengo la manía
de, sin perder cortesía
darle coba y pleitesía
al objeto de mi amor.
Perdonad mi grosería
os suplico con fervor.

DOÑA ROSALIA
Ha sido una altanería.
Disculpo vuestra osadía.

DON ASTOLFO
Me avergüenzo con rubor.

DOÑA ROSALÍA
¿No me tomaréis el pelo
aprovechando el dolor
que me produce con celo
la lucha por mi pudor?

PISTO
Le está largando el anzuelo...

DON CASTRO
Me está entrando un escozor....

DON ASTOLFO
¡Si supiérais el anhelo
de adoraros con fervor!!

PISTO
¡Vaya montón de camelo!

DON CASTRO
¡Callad, Pisto, por favor!

DON ASTOLFO
Que os profeso gran
afeto
mil veces os repetí.
Vuestro miedo no es
correto
ni
perfeto, es un efeto
de mi impropio frenesí.

DOÑA ROSALIA
Pues si
afeto profesáis
e mil promesas me dáis,
aminorad el sobeo,
e ansí, plácido, esperáis
a que llegue el himeneo.

DON CASTRO 
(Empieza a toser con energía)
¡No puedo más! Me atraganto
e me duele la garganta.

PISTO
Ya imaginábais....

DON CASTRO
¡No tanto!

PISTO
¿Tánto no??

DON CASTRO
¡¡¡Tanto me espanta!!!!
Va mi hermano y me suplanta...
¿Quién en su juicio lo aguanta??
Pues aunque aguantar, aguanto
e la calma no quebranto,
mi aguante... no tiene tanta.

PISTO
¡Vámonos pues...!
 
(Por lo bajo)
(Entretanto
apuntaremos un tanto
al estirar de la manta).

El Sino de Don Castro, o la Encrucijada del Ser (Retazo de Tragicomedia) - I


 (Dibujo original para este texto: Camelia Davidescu)


RESEÑA DE LO ACONTECIDO EN ESCENAS ANTERIORES:

Don Castro de Postín, proveedor oficial del Conde de Albarracín, es un comerciante de cerámicas turolenses que ha logrado hacer cierta fortuna, y que desea formar familia. Hombre tímido, culto y sensible, es dado también a las lecturas de filosofía y humanidades. Don Castro y su criado, Pisto, se dirigen a través de Los Monegros desde Castellote hasta Tarazona, localidad en la que reside Doña Rosalía y su madre viuda, Doña Rosa, como encuentro personal y festivo previo a sus esponsales, apadrinados por el Conde de Albarracín, primo lejano de Doña Rosa.
Aunque todavía no se conocen, Don Castro, además de ser un romántico empedernido, se encuentra absolutamente prendado del retrato de Doña Rosalía.
Don Astolfo, el villano hermano gemelo de Don Castro, habiendo conocido la situación y creyendo que Doña Rosalía recibirá una importante dote y herencia, pretende suplantar la identidad de su hermano en casa de Doña Rosalía, con el fin de conquistarla de forma flagrante y adelantar los esponsales antes de que se deshaga el entuerto.
Planeado por Don Astolfo, nuestros antihéroes sufren durante el camino un atraco a golpe de mosquete por parte de un extraño sujeto que se hace pasar por peregrino, y que les deja sin nada: caballo, mula, ropas, documentos, dinero.
Solos y sin aval de ningún tipo, salvo un botijo de agua, prosiguen el camino andando y con lo puesto, con la esperanza de llegar a Tarazona lo antes posible y presentarse en casa de su prometida, donde pretenden aclarar su situación e identidad de inmediato.


UBICACIÓN DE LA ESCENA ACTUAL:

Por fin, llegados a Tarazona, Don Castro ha ido a presentarse a casa de Doña Rosalía y su madre lleno de ilusión. Mientras tanto, Pisto le espera en un campamento, a las puertas de la Villa.
Don Castro llega de su misión con novedades inesperadas. Y es que, aparte de constiparse bajo la intemperie, colgado de un ventanal, ha descubierto con estupor que su hermano, Don Astolfo, ha suplantado su identidad en casa de Doña Rosalía.


ESCENA DEL DESCUBRIMIENTO

(Llueve a cántaros. Pisto espera bajo una manta y cuatro palos en un campamento a las puertas de la ciudad la llegada de Don Castro.
Don Castro llega de su misión como estaba, sucio y con los pies hechos trizas, además de estornudando, y con una mezcla de iracundia, incredulidad y vahído en su rostro)


 
PISTO 
(Asustado por el aspecto de Don Castro)
¡Válgame Dios! ¿Aquí estáis?
¡Pues mal alivio me dáis!
¿Cómo tan presto vinísteis?
¿Acaso allí os aburrísteis?
¿Algún problema tuvísteis?
¿Alguna bulla, quizás??



DON CASTRO
 (Se sienta en el suelo junto a Pisto)
¡Ay, mi Pisto! ¡Qué suplicio!!
¡Mi sangre bulle de rabia!
¡Un ser horrible, aberrante!
¡Un bicho ruin, un tunante!
¡Un ser salido de quicio!
¡Un mono soso y sin labia!
¡Un ser más feo que Picio!

PISTO 

(Le coge los pies y comienza a vendárselos)
¿Tan horrible es la doncella?
¿Gorda, fofa, con papada?
¿Acaso da pena vélla?
¿Acaso es bizca? ¿Chapada??

DON CASTRO

 (Un "Aaayyy" de dolor)
Ahora os cuento sin tardanza,
sin cachondeo y sin chanza,
la más grande felonía
que acarreará mi venganza
y exaltará mi porfía...

¡Ni vélla pude! ¡Ni vélla!
Y a mí, que soy tan sensible,
tan tierno, tan comestible,
abandonóme mi estrella.

PISTO
¡Maldito desodorante!

DON CASTRO
¿Pero que decís, diantre?
¡Hablo de un vil sustituto
que, sin ganas y sin arte,
lanzóme, zafio, su esputo...!
¡A mí, y no en otra parte!!

PISTO
¿Un esputo a vos lanzó?

DON CASTRO
Sí, por cierto.

PISTO
¿A vos??

DON CASTRO
¡A mí!!
Y tan aturdido fui
que al principio me lió,
pero luego - ¡¡Ja!! - entendí.

Ya os advierto de antemano
para evitar un desmayo,
que el suplente chabacano,
vulgar y antediluviano
(no me atrevo ni a contállo..)
no era otro ¡¡Que mi hermano!!

PISTO 

(Sorpresa absoluta)
¡¡En sulfurias mil estallo!!

DON CASTRO

 (Da un trago al botijo, dispuesto a hablar)
Empezó con la portera.
Vive Dios que jamás ví
una bruja tan hortera,
tan falaz, tan pordiosera...
¡No dejarme entrar a mí!

Eso, que nada más vélla
unas monedas le dí.
Contestóme: "Bagatela".
"Insidiosa", respondí.

A reducílla obligóme
de tal suerte que me dije:
"¡Hay que ver cómo se pone!
¡Aquesta loca no rige!"

"¡Soy Don Castro!", repetía.
"¡No sóis vos!", me replicaba.
En verdad que no entendía
la razón de su manía
que, en frenesí, me atacaba.

Así pues, hastiado del choteo,
al borde - al punto, digo- de un infarto
decidíme a penetrar dando un rodeo
y, Señor... ¡Qué infundio! ¡Qué meneo!
¡Qué diré que yo sentí! ¡¡Algo muy feo!!

Sobre un vado, un velado ventanal.
Tras el portillo, yo, discreto
¡Y allí estaba el pérfido animal
perseguido por malo y por decreto!
¡Mi gemelo, el que estafó - ya no es secreto-
en Zaragoza a todo el personal,
con un certificado notarial
que, en vez de un expediente, era un soneto!

Obligóme mi honor a colgarme del alar
e ansí, su incierto abejorreo escuchar pude
y ¡Cielos! Vive Dios que apenas me contuve
cuando ¡¡Por Don Castro de Postín se hizo pasar!!

Incansable, a Doña Rosa hacía la pelota
y como tal señora, aunque cómica, es tan dulce,
hasta ofrecióle en hospitalidad pernocta
que el vil - ¡Cómo es posible!- le aceptó.

PISTO
Menudo idiota...

DON CASTRO
¡Y con tan gran satisfacción, que casi se descubre!

Henchido de placer, en medio del cotarro,
bajo mi nombre y mi blasón se presentaba
mientras que yo, viendo el festín, casi lloraba
de rabia, de dolor, y del catarro
que la intemperie temporal me atemperaba.

Doña Rosa, por un lado;
por el otro, el impostor
alabando con fervor
el rosetón biselado
que, con mi menda colgado
adornaba el comedor.

(Imitando la voz de Don Astolfo)
"¡Qué bello salón, qué hermoso decorado!
¡Mi espíritu levanta e ilumina!
¡Qué luz de sol, qué orquesta tan divina,
qué suelo esplendoroso y nacarado!"

(Imitando la voz de Doña Rosa)
"¡Venid, bailad, disfrutad,
y frutas frescas probad!".

(Imitando la voz de Don Astolfo)
"Frutas frescas probaré
y, fresco, disfrutaré
del fruto que con bondad
vos me ofrecéis de verdad.
Mil gracias.

(Imitando la voz de Doña Rosa)
"¡Hala, probad!!

PISTO

 (Se pone en pie con resolución)
¡¡Este atufo clama urgencia..!!
¡Más que insolencia, es frescura!!
Os recomiendo, en conciencia,
husmear la residencia
como muestra de mesura.

DON CASTRO
Me alegra, me subyuga, amigo Pisto
que, aunque plebeyo, seáis así de listo.
¡Pensar que hasta me hicisteis de modisto!

PISTO
Gracias, señor. Sabéis el desparpajo
que da fuerza y vigor a mi trabajo.
Serviros no me importa ni un carajo.

DON CASTRO

 (Por lo bajo)
(No comprendo que tan buenos sentimientos
tengan nombre de tomates con pimientos)

(Se pone también en pie, mucho más animado)
¡Ea! Busquemos presto, pues, una farmacia
que de tanto caminar se me ha hecho un tajo
y, la verdad, no me hacen mucha gracia
ni la pinta, ni el dolor, ni el estropajo
que de venda me habéis puesto. ¡¡Venga, majo!!

jueves, 1 de agosto de 2013

Renaciendo


Agua fresca madura
de juventud y hielo
derrama redenciones
sobre mi cuello.

Gota a gota.

Desbordándose en mi boca,
inundando mis sentidos
despiertos,
sacia mi desenfreno
atento
a la luz y al aire,
al oxígeno vital,
a ese silencio.

Y me baño en fresas,
moras y ciruelas,
mangos, kiwis y cerezas.

-Renazco de nuevo-

Despertando el sosiego
asoma un nuevo día
que rescata mis sueños.



domingo, 14 de julio de 2013

Habitar el silencio



En el filo del cuchillo
habitan los silencios.

Despreciados y temidos,
se revuelven
gritándome en alaridos.

-Me recitan que los necesito-

No escucho su letanía.

Me confunden en un bucle
donde giran
insondables paradojas.

Y aunque la navaja
sea la senda más corta
hacia lo simple,
no me atrevo.

Quizás el canto de un grillo
conseguiría alcanzar
que diera el Salto:

Conquistar lo obvio
y habitar el Silencio.


Dedicado a la frase de mi amiga Sofía:
Oyendo grillos... Esta noche me encantaría poder retroceder 25 años y poder estar en Doña Marina, escuchándolos”.

(*)- En algunas culturas el canto de un grillo representa silencio absoluto.


(Dibujo original para este poema: Camelia Davidescu)

sábado, 13 de julio de 2013

28)- Agustina de Aragón, o Guerrillera por un Potaje

 NOTA PREVIA: Si no entiende usted un pepino respecto a qué va ésto del Baúl, ni del entorno de aDitoday, ver documento Breve introducción a los “Eventos”, y a la evolución de “Las Criaturas del Baúl”, http://elbauldebandolera.blogspot.com/2011/08/introduccion-los-eventos-y-la-evolucion.html, o en su defecto el texto del primer personaje, “Joselito, el Niño de la Guasa, o la Fuerza de la Necesidad”.

En todo caso, conviene recordar que ninguna en de estas criaturas se busca “per se” un valor literario en especial. Se trata de otra cosa.... De algo para ser, sencillamente, vivido.


Agustina de Aragón

Tengo a las criaturas del Baúl terriblemente enfadadas conmigo. Es lógico, y esta vez tienen la más absoluta razón.

Esperaban, como es habitual cada Navidad, que hubiese una nueva hornada de esperpentos moradores en su pequeño reino, tras la última incorporación de Roque, el Escalador, y a tal fin ya habían ordenado sus cosas, cavilado sobre cómo y quiénes podrían ser los nuevos habitantes, preparado sus estrategias de poder, y hasta ahorrando galletas para una fiesta de bienvenida.

Y, por supuesto, esperando un Baúl más grande y mullido....

¡Pero no! No ha habido nada de eso. Ellos creen que la falta de “producción” por mi parte se debe a una especie de venganza por las perrerías que me han hecho este año (sin duda alguna, ha sido Joe “El completo” quien ha dado pábulo a tales habladurías, dado que encontré una tarjeta con la palabra vendettaen mi neceser), y yo dejo impunemente que lo crean, pues si supieran la verdad, que estoy sencillamente seca, no estarían enfadadas, sino decepcionadas. Y eso sí que no lo podría soportar.

De nuevo me encuentro sola con ellos, no me hablan, me giran la cabeza, no ensayan, y a saber lo que va a ocurrir de aquí en adelante. No voy a negar que la situación me produce cierta inquietud emocional. Evidentemente, y a pesar de todo, quiero que me quieran.

Así que, aunque a destiempo como Roque, me he sacado de la manga a otra heroína, mujer por supuesto, que me ayude a poner en orden el desaguisado y consiga convencerles de que los tiempos no son tan importantes. Al fin y al cabo, siguen llegando nuevos compañeros de garito... El problema mayor será cuando nuestra Agustina descubra que se dirige a un Baúl, y no a Bailén... ¡Socorro!

Imagino que ya se me ocurrirá algo. No la puedo nombrar cocinera oficial, porque el Chef Pierre Dominique se suicida, como mínimo. Tampoco cañonera, porque me niego de entrada a facilitarles tal artilugio. Tal vez, animadora de la tropa...

En todo caso, me tiro a la piscina, para variar, y os presento a una mujer que no se deja desarraigar, a un absoluto mito en las tierras de España, a una medio "maña" y, nunca mejor dicho, de armas tomar.

Antes de levantar telón, quiero avisar a Jean Paul, si nos lee, de que no le va a cuadrar la duración de la música con la lectura, pero es que la banda sonora es la jota más preciosa y más apropiada que se me ocurre, autoría de un pastor al que tuve el honor de conocer. Vale la pena escucharla, por lo que pongo dos “versiones”, una por el audio, otra por la mirada del autor.
 ¡Damas y Caballeros, con todos ustedes, y sin más dilación, que me pierdo, Agustina Raimunda María Zaragoza y Domènech, más conocida como “Agustina de Aragón”, y en su defecto, alias “La Artillera”!!


Venga esa jota, arriba telón...



PERSONAJE: AGUSTINA DE ARAGÓN
DISFRAZ: Falda larga con camisa, mantón, medias blancas, espardeñas o alpargatas, zurrón, escopeta a modo de mosquetón, pañuelo en la cabeza, un par de condecoraciones colgando, un botijo colgando, un moño (si es hombre o pelo corto, peluca)
COMPLEMENTOS: El cactus de Alenvedi, el pollo cantador.
TEMA MUSICAL: La Palomica (José iranzo, “El Pastor de Andorra”)
https://www.youtube.com/watch?v=nyAyOQ5r6pk&feature=related




TEXTO BASE DE AGUSTINA: (Preferentemente acento aragonés):
 

(Entra en escena siguiendo el ritmo de la jota, repara en el público)

¡¡Por La Virgen del Pilar!!

(Empuña mosquetón)

¿¿Sois franceses o españoles??

Porque yo, sinceramente, ya no sé por cuáles salir por pies... Y mis motivos tengo bien adoquinaos.
 

(Mira a su alrededor)
 

Debo estar ya en los Monegros, digo yo, porque ésto tiene una pinta de desierto que pa qué. más veo que alguna lagartija, y cactus de esos... (Baja el mosquetón, señala al famoso cactus).
 
En fin, que yo me largo a Bailén, me han pillao ustedes por el camino, y a mí no hay quien me pare en el intento, por si no queda claro.


Que yo ya estoy hasta el moño, el pañuelo, y la peineta si es domingo.... (Con la mano abierta en la cabeza).
 

Por si acaso no se sabe, me llamo Agustina, y aunque resulta que soy catalana de estirpe y nacimiento, me llaman “La de Aragón”. Y hasta “La Artillera”. Ya lo cuento, ya....

Todo empezó cuando me casé con un cabo, de bien jovencica, y a los franceses no les dió por más que venir a tocar las narices, aparte de las cornetas, a la Península Ibérica.

(Se apoya en el mosquetón).
 

Primero estuvo el marido en la Batalla del Bruch, un monte con mucha curva, donde un zagal mu pito (*) la lió antes que yo con un tambor. El chico dale con el redoble, que parecía más de Calanda (*) que catalán, y asustó al francés más pintao. Total, que los franchutes se marcharon por pies, como yo ahora, pero haciendo bastante más ruido.

(*) Pito- Forma de llamar en Aragón a un zagal o zagala espabilado y listo. En ocasiones se refiere a un aspecto físico agradable.
 

(*) Calanda- Pueblo aragonés del Bajo Aragón, famoso por sus tambores de Semana Santa, y cuna de Buñuel.
 

Cosas de la guerra, que acabamos en Zaragoza. Y tiene guasa, porque ese es mi primer apellido... Allí cada día, y cada día, y cada dos por tres los franceses sitiando, nosotros resistiendo, y ellos más sitiando, y nosotros más resistiendo, pero sin nadie con el ingenio y los bemoles del chaval que los espantara con el tambor en el Bruch.

(Va acompañando el vaivén con los brazos).
 

Y yo pensaba: “Agustina, mira que son cazurros, aquí si tól mundo canta una jota a toda pastilla y a pulmón, y a la vez, esos se creen que ha venío la Pilarica (*) con las tropas”.

(*) Pilarica- Nombre popular en Aragón a la Virgen del Pilar de Zaragoza.
 

Hasta les compuse una, de jotica, que de chica me gustaba la composición. La cosa era así (Cantando a todo pulmón):

“¡La Virgen del Pilar diceeeeee

que no quiere ser francesaaaaa

quella ha sido desde siempreeeee

la primeeerrraaa aragoneesaaaaaa!” (*)

(*)- Jotica muy popular de la época.
 

(Baja la cabeza, ladeándola).

Pero como era mujer, y no era soldao, pues ni caso... Peor que eso, que decían a la espalda: “La Agustinica, más le valdría dedicarse al potaje”.

El caso, y valga la redundancia de caso, es que la cosa (y el caso) era ya tan aburrida, tan cansina y tan hambrienta, que como decían los cazurricos, cada día iba yo a llevarle el puñetero potaje a mi marido al pié del cañón, y nunca mejor dicho, se entiende lo del cañón, pero también lo demás.

(Con cara de supino aburrimiento).
 

Cada día: “Hola, qué tal va hoy”, “Psss... vamos haciendo”, “Paíce que esto no se mueve”, “No, si hoy se han movido un metro más patrás”, “Que te traigo el potaje, que es la hora”, “Vale, morena, ahora voy”, y así tól rato...

Pero un día.... ¡¡Un día fue distinto!! (Levanta los brazos con mosquetón y todo).
 

Llego al pie del cañón, y allí no había un alma. Miro paquí, miro pallá.... ¡Nadie! “Juaniiiicooooo, que traigo los garbanzoooos”.... ¡Nada!. Me digo: “Vale, que se han ido a jugar al guiñote con los franceses”, y ahí me senté, al lao de un cardo que parecía el cactus éste (Vuelve a señalar el famoso cactus).
 

Y esperando, (Va enumerando con los dedos) una horica, dos horicas, tres horicas... Me entró el hambre. ¡Natural! Y como el potaje ya estaba más frío que la moral de la tropa y del Alcoyano, se me ocurrió encender la mecha del cacharro de fogueo pa calentar los garbanzos con col... Y calentarse, se calentaron... ¡¡Pero el follón que monté así a lo tonto hizo mucho, pero que mucho ruido!! Lo que se dice liarla parda...

(Con las manos en la cabeza).
 

Empezaron a sonar cañonazos de aquí, pallá, y todo era humo, chispazos y petardazos de todicas las chimeneeas de Zaragoza juntas; aquello parecía la fiesta mayor de la Pilarica, y como me asusté del tinglao y del ruido, pues me puse a cantar con todas mis fuerzas (Otra vez a pleno pulmón):

 “La Virgen del Pilar diceeeeee

que no quiere ser francesaaaaa

quella ha sido desde siempreeeee

la primeeerrraaa aragoneesaaaaaa!”

Yo no sé bien que pasó, pero empezaron a salir franceses de tós laos, que parecían hormigas colorás con gorro, y tós corriendo dirección Cuenca, y aunque se me chamuscó el pañuelo y el mantón, allí me quedé yo, más tiesa que el del tambor, y con el potaje bien caliente.

En conclusión, que estando muerta del susto, salieron tós los mozos del escondite que se habían agenciao, me cogieron en volandas, (y yo con un mareo que pa qué, y con el guiso en la mano), y empezaron a cantarme:

“La Virgen del Pilar diceeeeee

que ésta es nuestra Agustiniicaaaa

quella ha sido desde siempreeeee

la primera artilleeeriiicaaaaa!”

(Con cara de incredulidad).
 

Desenlace del evento: allí mismo, en el cabezo (*) ánde estaba la cañonería, me viene el general y me nombra... !Subteniente! ¡Defensora de Zaragoza! Y me arrea la recompensa del valor y patrotismo (Señala con cara de escándalo sus condecoraciones). Y yo con el potaje al rojo vivo, la pañoleta chamuscá, y la cara de pasmo bien compuesta. ¡Que llego a saber antes lo del escondite y los desguazo a tós como al cerdo! ¡¡Si mira que les dije lo que tenían que haceeeer!!

(*) Cabezo- Nombre autóctono que se da en el Bajo Aragón a sus peculiares montículos calcáreos y laminados.
 

(Vuelve a apoyarse en el mosquetón).

La verdad es que después de tól fregao no llegaron a casa ni tres reales, y resulta que eso del subteniente era pal honor, que es gratis, y yo tenía que ser un artillero raso. Lo cual quería decir a su vez que, además de irme pal Portillo y los cañones, no llevaba yo el potaje, sino que tenía que tragarme el rancho reglamentario.

¡Y eso sí que no! Así que, como ya me había hecho famosa con el lío, me emperré en ser al menos Sargento, y luego, Subteniente de verdad.... ¡Y lo fuí! (Señala de nuevo sus condecoraciones con energía), pero los mozos seguían siendo tan tontos y tan cobardicas, que al final cayó la ciudad en manos de los franceses.

Y aquí me tenéis, decepcionada del tó... Así que me he agenciao el botijo, cuatro enseres y el pollo (Aprieta el pollo cantador, que canta, pero no una jota), y me voy a hacer animadora de la tropa, que es lo mío, hasta que el fregao acabe, y el del gorro negro gane o pierda, fijo.... (*).

(*) Se entiende, Napoleón.
 

Pero eso sí, me voy con mis medallas, con los luchadores que no sean cagurrios, y desde luego, si hay que comer potaje, se come. ¡Pero el del rancho deslucío, ni hablar! Que una es pobre, pero le da gracia al potaje.

(Dirigiéndose al público, levanta de nuevo el mosquetón)
 

¡Saludicos, pero no menearse, y menos intentar detenerme!

¡Viva la Virgen del Pilar!

Y a los franceses... ¡Que les den potaje.... del rancho!

(Sale de escena resuelta).
 
Agustina de Aragón
Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses... Esta maldita guerra me ha perdido”.
Ronald Fraser: La maldita guerra de España. Historia social de la guerra de la Independencia, 18081814.
 
Agustina de Aragón fue alabada por Lord Byron en su obra “Las peregrinaciones de Childe Harold”, publicada entre 1812 y 1818.

jueves, 4 de julio de 2013

Oración




Marchitos los presentes
en un verso,
sólo sangran los miedos en la copa.

Gota a gota,
eternidad de minutos enfilados
aguardan con paciencia
sujetarme a la vida.

-Suplican conquistar mi vida-

No hay efervescencia en estas venas.

Contemplo mis manos
y no las reconozco.

Tengo miedo.



(Dibujo original para este poema: Camelia Davidescu)

martes, 2 de julio de 2013

Madre


Perdidos desencuentros
no pueden colmar
toda una vida.

-Esas grandes lagunas
que desangelan mi pecho-

Ha llegado roca
a mis entrañas
desgajadas.

-Duelen-

Dolerse y no sentir,
extraña paradoja
sin deshielo.

-Ya no puedo-

Y sin embargo, 
Madre,
jamás comprenderás lo suficiente
la lluvia que derramaré
sobre tu ausencia.


(Dibujo original para este poema: Camelia Davidescu)

lunes, 1 de julio de 2013

27)- La Escalada de Roque, o la Necesidad del Impulso hacia Atrás





NOTA PREVIA: Si no entiende usted un pepino respecto a qué va ésto del Baúl, ni del entorno de aDitoday, ver documento Breve introducción a los “Eventos”, y a la evolución de “Las Criaturas del Baúl”, http://elbauldebandolera.blogspot.com/2011/08/introduccion-los-eventos-y-la-evolucion.html, o en su defecto el texto del primer personaje, “Joselito, el Niño de la Guasa, o la Fuerza de la Necesidad”.


En todo caso, conviene recordar que ninguna en de estas criaturas se busca “per se” un valor literario en especial. Se trata de otra cosa.... De algo para ser, sencillamente, vivido.

 

Es la primera vez que me siento tan tristemente identificada con una de las criaturas del Baúl… Y probablemente, la ocasión en que más me desnudo en una introducción.
 
Yo las comprendo, las entiendo y las quiero a todas. Pero no puedo negar que, en esta ocasión, las “circunstancias” que rodean a Roque, lo que le ocurre, parece una réplica de lo que yo misma estoy viviendo, por no decir soportando patéticamente cada mañana, desde hace ya demasiado tiempo, entendiendo demasiado tiempo por lo que parece ser “higiénicamente” razonable.


Lo cierto es que el resto de esperpentos se preocupan bastante por él (o por el buen rollo del Baúl, que no es lo mismo), intentan que encuentre valor y energía, le hablan, le ofrecen galletas, le obligan a moverse. De hecho, nuestro mosquetero D'Artagnan le machaca con clases de esgrima diarias con el fin de que nadie sea una rémora en el Baúl -su personal castillo-, y la viuda de Anselmo le llama “gallina” cada bendito día, en parte porque es una Cruella de Vil per se y aprovecha la circunstancia para desahogar el látigo de su propia insatisfacción con el que cree es la víctima más débil, en parte porque no soporta compadecerse de la desgracia ajena, pues ello trastocaría la consecución de sus objetivos.


Pero el tema es que ninguno de ellos, el auténtico hábitat de nuestro protagonista, se ha planteado ni un solo instante algo que me temo resulta crucial para él: una nueva vida para Roque. O lo que es lo mismo en realidad, dejar que Roque recupere su esencia. Tan solo Johnny “el hippie” le deja en paz, y el Padre Benito le mira con piedad, y reflexiona. Pero ambos deben vivir su propia historia.


Por suerte, Don Diego, “El Zorro”, empieza a escuchar con interés los problemas íntimos de Roque. Por aquello de que su doble personalidad desarrolla necesariamente una empatía hacia lo irregular.


Porque ese “Yo soy yo, y mis circunstancias” del gran Ortega y Gasset funciona de manera óptima para determinados caracteres muy arraigados en este lado del espejo (aunque sean esperpentos, como todos). Pero para quienes lo traspasan por naturaleza, sin quererlo, y se encuentran misteriosamente en “el otro lado”, aquel en que las circunstancias pueden ser cualquiera de “los mundos posibles”, y son lo que son sencillamente por caprichos de azar, el miedo y el terror no es solamente una cuestión mental. Es una cuestión íntimamente celular.


Dar por hecho que tener valor es superar los miedos sin cambiar de coyuntura vital es una buena frase, pero quizás peligrosamente ingenua, pues no tengo claro que quien la proclame sea consciente del terror escénico que puede albergar un alma. Un cerebro. Unas células. Terror ante eventualidades permanentes que no quiere como suyas, y a las que repudiaría al menos en parte. Consciente de su mortalidad.


Y la pena es que lo “accidental” en todo ello, lo contingente de la situación, es la propia circunstancia, no el ser. Con lo cual, el ser podría evolucionar cambiando el “estar”. No tengo claro que a Roque le haga falta una terapia conductista. Quizás a Roque solamente le haga falta despegarse de las pegatinas con que la circunstancia le ha etiquetado, y renacer con un nuevo reto personal.


Pero como “el espejo” son los otros, o los otros lo respetan y no le dan excesiva caña, o Roque jamás superará el vacío y el miedo visceral en los que ha caído…


Y Roque, desde luego, no quiere morir víctima de la casualidad.


En fin, os pido perdón por esta introducción que me resulta un tanto tétrica, o al menos excesivamente seria, pero o escribo lo que me dicta la mano, y mi mano es sierva del corazón, o no escribo. Es lo que hay.


Así que, damas y caballeros, les presento a mi querido Roque, al auténtico, al que conocen más por el hacer que por el ser, que viene aquí a contarnos su “contingente” historia entre líneas.


Tranquilos todos, es más divertido que la autora.


¡Adelante, Roque!

¡Empieza la música!

¡Arriba telón!


PERSONAJE: ROQUE, EL ESCALADOR.
DISFRAZ: Mallas, camiseta, arnés, zapatos para escalada (pie de gato), mochila, mosquetones, cuerdas, anillas, casco, una petaca de orujo.
COMPLEMENTOS: Pollo cantador, el cactus de Alenvedi.
TEMA MUSICAL Y VIDEO: http://youtu.be/UlcQ3mxlNfs
 
TEXTO BASE DE ROQUE:
 
(Entra acalorado y jadeante, con cara de susto y el gesto congestionado)
¡¡Uff!! Hola, colegas. Acojonadito vengo, pero de verdad y cosa fina... Vamos, replanteándome aquí mi vida entera....


(Deja en el suelo de golpe la mochila, las cuerdas, los mosquetones, el cactus, y todo lo que lleva encima, menos el arnés colgando con el pollo cantador y la petaca).

Y eso que llevo unos cuantos años practicando la escalada profesional con total entrega, arrojo y valentía (Le da un trago a la petaca de orujo). Claro, que resultaba imprescindible: todos mis hermanos eran bomberos, y necesitaba un oficio de valor a toda costa. Sabía que mi madre esperaba, como mínimo, que saliera en el récord Guinness, para no ser menos en el honor de la familia.


(Dulce sonrisa)

Es que mi padre era domador de fieras en su propio circo, nada que ver con los bomberos, pero todo un personaje que se hizo a sí mismo.


Así que desde que descubrí en los cómics las aventuras de Spiderman (más de aire que de fuego, desde luego), un menda empezó a escalar insistente cada puñetero fin de semana, y desde entonces me he chupado, por lo menos, trescientas paredes, ciento cincuenta cuevas, quinientos picos, diez mil kilómetros de caminata, y unas cuantas diarreas añadidas.


(Levanta el dedo con resolución)

Y lo que es más importante: he abierto nada menos que diez nuevas vías de escalada: La Roqueta, El Roquetón, La Roquetina, El Roquetino, La Roquetísima, El Roquetísimo, El Roque me toca, El Roque no toques, el Tócame Roque, y El Roque Superior. Vamos, que uno tiene un prestigio ganado en el mundillo a pulso… Nunca mejor dicho.


(Mira hacia arriba, como hablando consigo mismo)

No es que yo esperara que los “espónsores se me rifaran a la primera de cambio, pero si he de ser sincero, ya tengo un cierto “caché” bien adquirido. No estaré en la cima, pero llevaba buena subida, segura y constante...


(Mira de nuevo al público, mano en el pecho, cara de susto)

¡Pero hoy ha sido un hito extraño, algo distinto! Hoy he sentido... ¡¡El horror!!


(Se tranquiliza de nuevo un momento, pequeño trago a la petaca)

Estaba anunciando un caldo de gallina envasado, con eso de: “Con esta gran sopa, la fiel gallinita, cloqueando pita, y el valor se topa”, con un servidor mostrando al final el tetra brick desde la cumbre del “Tócame Roque”, rodeado de majestuosas nubes (Señala con fervor al cielo, abriendo los brazos), y con la gallina, que estaba ya amaestrada para trabajar en las alturas, colgada del mosquetón (Muestra el pollo cantador que lleva colgando, y lo hace gemir lentamente).
 

Al principio, todo perfecto. Me agarro bien el mosquetón, la gallina y el caldo, me coloco los artilugios, iniciamos la escalada, y prácticamente no tengo que clavar ni un pitón: ya estaba la vía bien trabajada, por supuesto. La dejé perfecta, no hay roca que se le resista a Roque.


(Con aplomo y pasión)
Con paso firme, tranquilo y con la cuerda bien asegurada, me agarraba a las fisuras limpiamente, y mis fibrados músculos emulaban la gloria de mi héroe juvenil Spiderman, ejecutando impecables bavaresas.
 
Hasta pude apalancarme un par de veces por aquello de hacer tiempo, a descansar con la gallina en postura de reunión... Y tomarme un caldo.

(Levanta los brazos)

¡Y ahí se jorobó la cosa!


Yo no sé si fue el caldo, pero me entró un apretón repentino fabuloso, justo en el inicio del desplome. (Va recreando las explicaciones con posturas, como si se encontrara en situación). Estaba en ese preciso instante realizando un brillante paso de cigüeña, oséase, enganchado con un solo pie, y noté que me quedaba blanco y rígido. Ni hacia delante, ni hacia detrás podía, y la gallina, que debió intuir la situación, se puso histérica, de modo que “Cloqueando pitaba, pero desde luego, con el valor no se topaba”.


Es decir, que no solamente empecé a sentir lo que se llama terror escénico ahí colgado en las alturas (Vuelve a levantar los brazos), sino que el ave gallinácea no paraba de berrear y picotearme el trasero impenitentemente.


(Con cara de pena)

Qué os voy a decir.... Yo veía perfectamente la presa, oséase, el agarradero, e intentaba pensar, calibrando si necesitaba engancharme en bidedo o en monodedo, pero que si quieres arroz, Catalina. Allí estaba yo, quieto del todo, y más tieso que la pata de un banco, a pesar de los insistentes y molestos picoteos, intentando resistir el apretón.


En esos amargos momentos, algo en mi mente se iluminó, y lo comprendí todo (Abre los brazos, como si tuviera una revelación): me había dado lo que se llama el bloqueo, y mal asunto fue el comprenderlo.... Porque entonces me dió la moto. Es decir, el baile de san vito en la pierna. Entre los picoteos y el telele de mi pierna, apenas sujetada en paso de cigüeña y ayudada con un precario monodedo en la izquierda, que conseguí gracias a un cactus milagroso (Señala el famoso cactus) la cosa estaba clara: o me bajaban de ahí con la gallina, o yo ni trepaba ni destrepaba.
 

Al ser consciente de tamaña situación, me fundí con la gallina, y sin saber cómo ni cuándo empecé a berrear, a gritar y a cacarear, de tal modo que ella ponía el agudo y yo el grave en una letanía de socorros infinitos.... Fue casi místico, el miedo en estado puro.


Hasta el apretón se me asemejaba a las ganas de poner un huevo (Ladea la cabeza, incrédulo).
 

En ese instante, el equipo de rodaje empezó a ponerse nervioso... Evidentemente, no podía acercarse el helicóptero que portaba al cámara, porque entonces un servidor hubiera volado más que la gallina, por poco que vuele el gallináceo.


Me gritaban: “El estriboooo, el estribooooo”, oséase, la escalerita de apoyo, pero aunque mi cabeza pensaba, ni me podía mover, ni podía mirar para abajo, ni podía arrearle un sopapo a la gallina. Estático como un muerto...


Y al final pasó lo que tenía que pasar.... (Casi se pone a llorar). ¡A mí, al gran Roque, me mandaron al cuerpo de bomberos para rescatar el mío, no de un accidente, sino de un apretón con telele!


Si es que encima tuvieron que arrancarme de la roca casi con palanqueta, de lo agarrotado que me había quedado... No solamente me suplicaban que dejara el monodedo con el cactus y les diera la mano, sino que tuvieron que bajarme con cuerda y en postura de paso de cigüeña, porque no había quien me moviera.


Una vez en tierra firme, querían que ingiriera un caldo caliente para relajar mis músculos, y puedo asegurar que la boca no consiguieron abrírmela. Sólo me faltaba otra dosis de caldo asesino... Hablar, todavía no hablaba, pero sí podía gruñir.


Menos mal que llevaba la petaca contra el frío (Muestra la petaca al público), y solamente un par de tragos me devolvieron la movilidad muscular.


En conclusión, una tragedia. Pues ahora que sé lo que es paralizarse de miedo, ni me veo volviendo a subir con la gallina, ni me fío de la vía del “Tócame Roque”, ni quiero comprometerme con publicidades que pueden grabar el fiasco, ni puedo imaginarme en una situación igual. No podría soportarlo...


(Levantando los brazo al cielo)

¿Pero qué hago, qué puedo hacer yo ahora? ¿Quién seré a partir de este momento??? ¿De qué servirán mis habilidades montañeras?

Mi madre, mis hermanos, mi novia, los “espónsores....


Es más, si no lo intento de nuevo, sé lo que me van a llamar: Roque, “el gallina”. Da lo mismo el historial de mis proezas anteriores, lo sé. Debo continuar, aunque fallezca directamente en el intento.


Todo sea que consiga volver a poner el pie en la roca (Pequeño trago a la petaca).
 

Todo sea que alguien me ayude.


Todo sea que encuentre a un buen compañero de ruta que no me grite en el intento...


(Con resolución)

De momento, me llevo conmigo el cactus y la gallina. Ellos saben, sin duda alguna, lo que ha pasado. Son testigos del evento.

Lo lamento, amigos... ¡¡Me voy!!

(Coge todos los artilugios del suelo, y se marcha agobiado, pero con prisa)